jueves, 6 de octubre de 2011

La felicidad es darse cuenta que nada es suficientemente importante para sufrir.

Justo, sientes que la euforia te embarga y es cuando todo te parece poco, necesitas más, y más, pero nada es suficiente. El cambio de 0 a 10 en cuestión de segundos, de sentir que no hay nada en este mundo capaz de llenar el vacío que te invade a disfrutar de un escalofrío recorriéndote de pies a cabeza, dejándote la piel de gallina y haciéndote sentir que tienes todo lo que puedes pedir, que las locuras son suficientemente cuerdas como para cometerlas, que el miedo solo es un cuento chino.
Y es que a veces necesitas eso, un pequeño empujón que te lleve a esa sensación, que te da justo lo que te falta. Un poco de tonta felicidad nunca viene mal, ¿verdad?

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