jueves, 26 de agosto de 2010

-Insuperable.

No había nada que hacer.
En momentos como esos sólo te queda sonreír. Otros llorarían , se enfadarían, lo golpearían todo o incluso se tirarían del pelo. Yo no.
¿Qué ganaría con lamentarme por mis errores? Si me levantaba ya terminaría antes y me daría tiempo de equivocarme de nuevo.
Una sola cosa me quedó clara con todo aquello, yo estoy hecha para tropezarme, continuamente, y levantarme con una sonrisa de oreja a oreja, aunque en ocasiones eso es prácticamente imposible.
Bueno, que más da, lo mejor es aceptarlo.
El caso es, que en aquella ocasión no iba a derrumbarme, lo tenía muy claro.
¿Para qué? ¿Para darles el gusto? Ni hablar.

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