jueves, 21 de julio de 2011

Y como nada merece tanto la pena, sonríe, deja que tu sonrisa sea tu mejor traje.

Siento ganas de ser una de esas idiotas, de las que no pierden la sonrisa por nada, que son felices, así, sin más, que pase lo que pase no dejan de serlo. Que hacen tonterías, se ríen, disfrutan, no les preocupa lo que piense nadie, eso no te importa cuando eres una cría. Todos hemos sido pequeños, con esa felicidad, sin preocupaciones, simplemente vives, disfrutas cada detalle, nada te amarga, nada ni nadie. Pero creces, lo ves todo diferente, maduras, sufres, aprendes.. Entonces, descubres el amor, y justo en ese momento, dejas de ser una niña. Y posiblemente seas feliz, pero como todo, el amor tiene su lado malo, el desamor. Y créeme, no hay nada que duela más que eso. Puede, que precisamente ese sea el motivo de que cuando creces, pierdas esa felicidad. Aunque, lo que realmente pierdes, es la inocencia.

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