lunes, 29 de agosto de 2011

Y aún así, somos felices, de lo contrario, no lo seríamos.

Suele ser siempre así, quieres lo que no puedes tener, y lo que tienes no lo valoras. Siempre te apetece hacer lo que sabes que no puedes, aunque dos días antes hubieses podido y no lo hubieses querido hacer. Siempre te apetece ver a una persona cuando se va de viaje aunque te hayas pasado siglos sin verla antes de irse. Siempre quieres la camiseta que no te puedes comprar o los zapatos que no quedan de tu talla. Siempre desprecias lo que te dan o a quien tienes a tu alrededor y cuando lo tiene otra persona quieres tenerlo. Siempre desaprovechas tus oportunidades, de mil, te quedas con la más difícil, la que sabes que posiblemente no puedas conseguir. De millones de personas en el mundo, te enamoras de la más complicada de enamorar, la que posiblemente no se fije en tí, la que seguramente de haga daño, y aún sabiéndolo, insistes.. A todo el mundo le ocurre lo mismo, y quien diga que no, miente.
La pregunta es, ¿por qué nos complicamos tanto?

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