jueves, 18 de agosto de 2011

Cuando te vas los pedazos de mi corazón te extrañan.

Cosas que echas de menos, cosas por las que lo darías todo. Cosas atadas a recuerdos que te recorren la conciencia y te destrozan. El roce de su piel cuando estoy sola, sentada en la cama pensando en él, cierro los ojos y juro que puedo sentirle, cómo me toca el pelo, cómo me acaricia el brazo susurrándome al oído que me quiere con toda su alma, y no puedo evitar dejar brotar las lágrimas. Y juro que daría hasta mi vida por un día más a tu lado, y que el peor error de mi vida fué dejar que te fueras. Que te quiero joder, y no puedo evitarlo. Que no pienso en otra cosa que no seas tú, besándome, abrazándome, el olor de tu piel a dos milímetros de mí. Jamás me arrepentiré tanto de nada como de haberte dejado ir, y ya no sé cómo decirte que lo siento, que si no es contigo nada quiero, y pedirte que vuelvas, porque es muy duro estar vivo y sentir que te mueres. Que ya no estás y aún recuerdo cada uno de tus gestos, tu cara nada más despertar, la fragancia de cada uno de tus besos, y eso no se paga ni con todo el oro del mundo. Porque es más que un simple beso, es una huella imborrable en mí, más que un abrazo, es el roce de tu cuerpo unido al mío, y es mucho más que cariño o aprecio, es amor, y eso nadie puede quitármelo. Porque lo que yo hice fué mucho más que quererte, y eso nadie, jamás podrá negarlo.

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