miércoles, 17 de agosto de 2011

Porque quererle fué lo más grande que hizo en su vida.

Ella creía que lo sabía todo. Creía que sabía todos los tipos de historias de amor posibles: las felices y románticas, las de quiero y no puedo, las tristes y cortas, las que son a distancia, las de ni contigo ni sin tí, las difíciles, las estúpidas, las prudentes, etc, etc, etc.
Se creía capaz de imaginar cualquier tipo de situación amorosa sin haber vivido nunca una. Creía que eso del amor era algo a veces complicado, a veces fácil, pero casi siempre predecible. Y todo esto siendo nada más que una cría.
Pero un día todo cambió, en un instante todo se hizo diferente y ella supo que ya nada iba a volver a ser como antes. Llegó él, un chico feliz, despreocupado, un tanto vergonzoso, perspicaz, libre.. y fué quien hizo que todo cambiase por completo. Hizo de lo fácil lo más difícil, y de una mirada un mundo. Convirtió a aquella niña sabionda en una cría inexperta y débil. La hizo la más feliz del mundo en cada gesto y convirtió todo aquello en una historia perfecta diseñada sólo para dos, en la que el límite era lo inalcanzable. Él hacía que ella fuese la más feliz del mundo, mientras ella conseguía borrar todos los problemas de él con una sola sonrisa. Juntos fueron capaces de demostrar el verdadero significado de la palabra amor. Así fué cómo ella descubrió que el amor no era algo tan simple y que existían más tipos de historias de las que ella conocía, y cómo él aprendió que el amor merecía más la pena que cualquier otra cosa en el mundo, ya que es algo que no se conoce hasta que se siente.
Y esta es la historia de una niña consentida, que aprendió que el amor es mucho más que besos, y un niño incrédulo que descubrió que existía realmente el amor.

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